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  • Foto del escritor Mireia Sánchez | Psicóloga sanitaria

En el pasado están las respuestas y en el presente las soluciones


He conocido a muchas personas que no quieren mirar hacia su pasado, no quieren acercarse a él. Es comprensible, el pasado a veces esconde recuerdos indecibles y muy dolorosos, y mantenerlos bajo el manto del silencio puede dar una sensación de falsa seguridad y control. Pero estamos muy equivocados.


Para transformar y reparar nuestro sufrimiento y nuestros problemas personales y relacionales es indispensable comprender cómo se ha ido construyendo ese sufrimiento y esas dificultades.


A veces la persona llega a la terapia preparada para ir al pasado y comprender qué ocurrió y cómo se construyeron los problemas actuales. Pero en otras ocasiones para comprender y construir otra narrativa que se ajuste más a lo que vivió y al dolor que sintió es necesario en primera instancia, ofrecer ayuda para que la persona regule sus emociones y aumente la tolerancia al dolor, también es importante mejorar su autoconcepto y empoderarle para finalmente re-escribir su historia de vida, la historia de vida que vivieron las partes de él o de ella que ahora le provocan el sufrimiento y que lo enmascaran bajo diferentes máscaras: adicciones, drogas, conductas compulsivas, obsesiones, ansiedad, fobias, dependencias emocionales, trastornos alimentarios, depresión, apatía y un sinfín de síntomas diversos.


Des de mi experiencia tanto personal como profesional en la práctica clínica y basándome en numerosos estudios científicos y diversas perspectivas psicológicas: des del paradigma de la neurociencia interpersonal, modelo traumatogénico, modelo de apego, constructivista-sistémico hasta el paradigma de la resiliencia y los buenos tratos …para calmar el sufrimiento y reducir los problemas emocionales y mentales, es indispensable comprender, acercarse al pasado e integrar lo que en su momento el cerebro no pudo tolerar.


Solamente comprendiendo y mirando a los ojos al dolor, se pueden curar las heridas emocionales; no basta con herramientas, no basta con cambiar tus pensamientos negativos a positivos, no basta con insertar técnicas para cambiar la conducta o el pensamiento, no basta con hacer meditación o relajación, todo esto ayuda, pero no es suficiente. Quien está roto, quién tuvo que sacrificar, disfrazar o bloquear partes de sí mismo para sobrevivir, quién un día se acostó inocente y se despertó culpable, quien ha crecido a través de la mirada de un adulto castigador y maltratante, va a necesitar transformar la neurobiología de su cerebro y para eso hay que reconocer, abrir y sanar por dentro, además de paciencia y tiempo.


La terapia que ofrezco no te lleva al pasado para quedarte en él, pero sí que es importante ir para encontrar respuestas que os ayudarán a encontrar soluciones en el presente.


Hay muchos ejemplos ilustrativos que nos ayudan a entender que el dolor que no llevamos a la consciencia vuelve y se repite con diferentes máscaras a través del tiempo, a través de los años y hasta el lecho de muerte.


Imaginad que vais andando por el bosque y tropezáis con una piedra y os caéis. Apoyáis el brazo en el suelo para sosteneros y os hacéis una herida, la piel se desgarra y empieza a salir sangre. Parece que es una herida profunda que requiere desinfectar por dentro. Al llegar a casa, os destapáis la herida, limpiáis la sangre de la piel y os disponéis a introducir alcohol dentro de la herida, notáis un tremendo escozor que hace que se os ericen todos los pelos del cuerpo y os estremezcáis. ¡Qué dolor¡ pensáis, quizás no es para tanto, quizás limpiando la sangre y poniendo una gasa para que esté protegido ya solo se curará, os decís a vosotros/as mismos/as. Ahora os hago una pregunta, sí, a vosotros, apreciados lectores, por vuestra experiencia, que, seguro que habéis tenido alguna vez una caída con herida una profunda, ¿creéis que sin desinfectar por dentro se curará la herida o saldrá pus y a largo plazo podría incluso infectar la sangre y provocar una enfermedad mucho mayor, incluso la muerte? Yo creo que todos sabéis bien cual es la respuesta.

Otro ejemplo que puede resultar cómico, rozando lo absurdo a la vez que simple: os invito a que os imaginéis limpiando el suelo de vuestra casa. Estáis con una escoba y estáis recogiendo las pelusas del suelo, los pelos y las migas, etc. de la cena de la noche anterior. Cuando ya lo tenéis todo recogido en un lugar, en vez de volcarlo en el recogedor para tirarlo a la basura, lo metéis debajo de la alfombra del comedor. Es curioso, como está debajo de la alfombra no se ve, dando la sensación de que el suelo de la casa está limpio. Y esto lo hacéis en repetidas ocasiones, barréis y acumuláis los escombros debajo de la alfombra, un día tras otro día. Y os vuelvo a interpelar, ¿qué creéis que pasará con estos escombros al cabo de un año o de 10 años? Yo creo que a todos también os viene en mente la respuesta. Seguro que, por lo pronto, como mínimo una capa de moho y un olor desagradable por no decir putrefacto saldrá de debajo de la alfombra. Parece limpio, pero no lo está, y tarde o temprana se hará notar de una manera u otra.


Estos dos ejemplos son bastante ilustrativos para comprender que en un plano psicológico y emocional sucede exactamente lo mismo. La dificultad para entender que a nivel mental y emocional sea así, radica en parte en que el mundo psicológico es menos tangible y accesible; la manera que tiene el cerebro de ocultar el dolor y la manera que tiene la mente para mantener ese dolor en silencio, no es tan visible como cuando nos hacemos una herida en el brazo.


Todos sabemos que hay que curar por dentro la herida sino se infecta. Todos sabemos que hay que tomar antibióticos si se quiere curar una gripe, no basta con el ibuprofeno. Pero es más complicado darse cuenta cuando se trata del mundo mental y emocional, también por que el sistema sanitario, educativo, familiar, social, cultural y estructural tal y como está montado hasta la actualidad, aunque ha habido avances, aún no favorece a ello.


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