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  • Foto del escritor Mireia Sánchez | Psicóloga sanitaria

EMPATIA PARENTAL: LA CAPACIDAD DE VIVENCIAR A LOS HIJOS/AS COMO SUJETOS ÚNICOS


Tal y como explican el doctor Jorge Barudy y la psicóloga Marjorie Dagtanan en su libro: Buenos tratos a la infancia. Apego, parentalidad y resiliencia”, la empatía se entiende como un conjunto de constructos cuya finalidad básicamente es:

  • Comprender la respuesta emocional en uno/a mismo/a y asimismo comprender y sintonizar con la emoción del otro: hacerle sentirse sentido.

Para ello, también es necesario tener en cuenta las características de la situación o del contexto para comprender que le está pasando a tu hijo/a y adaptar así la comunicación con él o ella.

Para culminar la comunicación empática estaría bien proponerle planes adecuados (apoyo, soluciones, ayuda, satisfacción de necesidades,...) para que se sienta comprendido/a y protegido/a.


Por lo tanto, añaden que la empatía parental es la capacidad instantánea y básica de los padres y madres de vivenciar el estado interior del hijo o de la hija, es decir, lo que está pensado, sintiendo o lo que motiva sus comportamientos, que éstos manifiestan a través del llanto, gestos, comportamientos o sus conversaciones considerándoles como sujetos con vida propia.


Se ha observado que no es tan sencillo como tener o no tener empatía, si no que existen diferentes grados o niveles de empatía parental:


- Ausencia de empatía. Los padres tienen muchas dificultades para sentir lo que sienten los hijos/as, para acceder a sus vivencias internas, a sus motivaciones, deseos o necesidades. Son madres y padres que no tienen la capacidad de inferir que hay detrás de las conductas y/o verbalizaciones de los hijos/as, es decir, no hay capacidad reflexiva. Estos padres tienen grandes obstáculos para ver a los hijos/as como sujetos únicos con deseos, intenciones, emociones o pensamientos propios.


- Trastornos de la empatía. En este nivel se ha observado a padres que tienden a proyectar sus propios pensamientos, ideas, vivencias o intenciones a los niños/as. Por ello normalmente interpretan de diferente manera lo que le pasa realmente a los hijos/as.


- Habilidad empática deficiente. Son madres y padres que tienen la capacidad de ponerse en los "zapatos de los hijos/as" pero la dificultad está en que tienen dificultades para expresar lo que les ocurre a los hijos/as.


- Dificultad para la expresión de la empatía. Estos padres y madres les ocurre lo mismo que a los anteriores, pueden vivenciar el mundo interno de los hijos/as pero tienen dificultades en expresar lo que sienten los niños/as por razones no tanto personales sino debido a los contextos estresantes y traumatogénicos a los que están expuestos, como por ejemplo, afectados/as por contextos de guerra, pobreza, violencia organizada.


Por mi experiencia acompañando a niños y niñas afectados por los malos tratos, la violencia machista y la falta de protección, una de las experiencias más desoladoras y devastadoras que le puede ocurrir a un niño/a es tener unos padres o a uno de ellos con dificultades en la capacidad empática, sobretodo, en la capacidad de ponerse en sus zapatos, de sentir lo que está sintiendo, de comprenderle y de actuar en consecuencia a ello. Durante años he observado en primera línea la relación de padres, madres con sus hijos/as y en donde he observado más sufrimiento es cuando el niño/a se da cuenta que no hay posibilidad de interacción emocional, que su padre o su madre no le ve, no le entiende, y que en consecuencia a ello, se comporta de manera hiriente y mal tratante. La ausencia de empatía parental deja a los niños/as desamparados, es como si estuvieran huérfanos teniendo a sus padres en vida.


La capacidad de empatía parental se adquiere en los primeros años de vida, a través de sentirse sentido por tus cuidadores principales, como apunta la psicóloga y profesora Marjorie Dagtanan. Esto significa que solamente si un bebé o un niño/a de corta edad conoce la experiencia de haber sido visto/a, comprendido/a y atendido/a en sus necesidades, podrá ser sensible e identificar las vivencias internas de los demás y por lo tanto actuar en consecuencia. Por desgracia, los niños/as afectados por los malos tratos o por una crianza inadecuada sumando estrés y violencia se verán expuestos a la desorganización de su sistema limbico, ( el sistema que regula los estados emocionales), a la atrofia o desorganización de los lóbulos prefrontales y a la alteración de las neuronas espejo, provocando dificultades para reflexionar sobre las conductas y los estados emocionales de los otros, vincularse a los demás y sintonizar emocionalmente con los otros y para regular sus propias emociones.


BIBLIOGRAFIA


- Material de formación del Diplomado en trauma-terapia Infantil y juvenil sistémica del Institut IFIV, Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan. 

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