¿Cómo identificar que estás sumergiéndote en una relación tóxica?
Saber identificar si esa persona y/o esa relación es satisfactoria para ti y tu vida, y si compensa seguir con ella es la base de la prevención de entrar en una relación nocivas. Pero, ¿cómo podemos lograr reconocer si esa persona/relación es saludable? Os presento algunos indicadores…
Primero de todo: empezar por tener la mirada en nosotros mismos:
Saber qué es lo que quiero, lo que me gusta, lo que me hace sentir bien, cuáles son mis valores y creencias y que es lo que no voy a cambiar por nadie.
Hacer un trabajo de de-construcción de lo que hemos aprendido sobre los mitos del amor y lo que debería hacer y/o sentir, y empezar a construir tu relación desde lo que sientes y al ritmo que tú necesitas.
Ser coherente con lo que sientes y haces. Siendo sincero/a primero contigo mismo/a.
Añade tu misma/o las “reglas internas” que desees para iniciar una relación satisfactoria.
En segundo lugar: fijarnos qué nos ofrece la otra persona:
Observar si lo que él/ella me ofrece es lo yo deseo para mi vida.
Darnos cuenta de: cómo nos habla, cómo se comporta, si existe coherencia entre lo que dice y hace, cómo se relaciona con él/ella mismo y con las personas de su entorno.
En tercer lugar: Observar si esa relación nos compensa y/o nos genera satisfacción y bienestar personal, social…
Preguntarte si con esta relación estás construyendo un proyecto en común que te beneficia y enriquece tu vida.
Si esta relación te aproxima a tus opciones de vida.
Si la relación te ayuda a evolucionar como persona.
Asimismo después existen indicadores más prácticos y concretos que nos pueden ayudar a reconocer lo que no nos conviene. A continuación expongo algunos de ellos: Primeros indicadores de una posible relación tóxica…
Investiga acerca de ti.
Emplea trucos y estrategias para estar constantemente cerca de ti.
No respeta tu opinión (muy insistente).
Invierte mucho tiempo y esfuerzo en ti (desmesurado).
Actúa celosamente ante comentarios de personas que quieres o te caen bien.
Te quiere para él/ella en exclusiva.
Controla lo que haces y a dónde vas.
Te hace sentirte culpable.
Puede repetir muchas veces que no le quieres y por eso “le tratas así”.
Hace planes inmediatos en los que te ves metido/a sin esperarlo ni pedirlo.
Llamadas y mensajes de teléfono al poco de conocerle.
Encontraros por “casualidad”.
Utilizar a tus amigos para salir contigo con mayor frecuencia.
Dice estar enamorado, que te quiere locamente y sin ti no sabe qué haría (al poco de conoceros).
Conductas que sugieren agresividad.
Se comporta de forma muy diferente de cómo es él en la cotidianidad cuando ingiere alcohol/otras drogas. Agresivo, muy pesado/a, posesivo/a, etc.
Controlar tus llamadas y mensajes de móvil.
Protesta porque no le dedicas el tiempo suficiente.
Insistir en tener relaciones sexuales.
Querer dominarte (mediante el sexo, miradas, gestos, palabras,…)
Te sientes vigilada/o en todo momento.
Proponerte planes de futuro muy serios (al principio de la relación).
Cuando se enfada pude irse sin decir nada, dejarte de hablar.
Utiliza a otras personas para vigilarte o acosarte.
Juega con tus sentimientos de culpa o vergüenza.
Se comporta como una víctima constantemente.
No prestarte atención cuando hablas.
Sientes que tienes que medir tus palabras cuando conversas con él/ella.
Dice que mediante tus actos le provocas y te hace responsable de su comportamiento violento.
Enfadarse por ningún motivo y hacerte sentir culpable de su enfado.
No valorar nada de lo que haces o eres.
Echarte el pasado en cara constantemente.
Pasar por alto tus deseos o necesidades.
Sentir que dependes de su estado de ánimo. Si él/ella está triste tú te sientes culpable y responsable de reparar esa emoción. Si él/ella está contento/a tú le sigues “el juego” aunque no te apetezca.
Haces cosas o dices cosas aunque no las sientas o las creas sólo para que él/ella no se enfade o para evitar una pelea.
Sentir miedo e inseguridad constantemente sin saber lo que va a pasar por la sensación de no predecir sus conductas (…)
Si nos damos cuenta con cada punto añadido estamos hilando una relación con maltrato emocional. Lo que me gustaría resaltar en relación con el abuso psicológico es que éste no aparece de repente como tal. Se va tejiendo poco a poco entre los actos y las palabras de una relación basada en el miedo, la culpa, el control, la dominación,... No aparece de la nada y de repente estás siendo maltratado/a. La violencia es mucho más sutil que una bofetada o un insulto, ésta se engendra desde los inicios de la relación, y si no la identificas va tejiendo la tela de araña en la que con el tiempo te verás prisionero/a. Aunque siempre hay una salida. Siempre y el inicio es darse cuenta, querer salir de esa situación y pedir ayuda.